Este proceso implicó profundos cambios y rupturas con respecto al modelo neoliberal impuesto en nuestro país por la última dictadura cívico-militar y consolidado mediante las políticas emanadas del consenso de Washington aplicadas durante la década del 90 por el gobierno menemista. Somos conscientes de que esos cambios fueron posibles a partir de la necesidad de las grandes mayorías de buscar para la Nación un camino distinto. Necesidad que se expresó con crudeza y nitidez en los trágicos episodios del 2001 y en la permanente protesta social de aquellos años.
Pero era necesario que un gobierno asumiera el compromiso y los desafíos que imponía la decisión de cambiar el rumbo, de poner un límite a las pretensiones de los organismos multilaterales de crédito (FMI y Banco Mundial) y el capital financiero internacional; de lograr un reparto de la riqueza más justo como mandato moral y palanca para el crecimiento económico; de reconocer los derechos de las minorías; de hacer eficiente el gasto y la inversión pública. En definitiva de colocar el gobierno y las políticas públicas al servicio de todos y todas y no de un pequeño grupo de privilegiados. Estos pasos se dieron con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
La recuperación de la memoria y las políticas de derechos humanos que permitieron, revirtiendo medidas que el Estado había tomado en el pasado, juzgar y condenar a más de mil represores. El impulso a la integración regional desde una perspectiva popular y latinoamericana. La estatización de los fondos jubilatorios y la actualización permanente de los haberes. El concejo del salario. La urbanización de barrios humildes. La inversión en salud y educación. Los pasos dados en la democratización de los medios de comunicación. Estos son algunos de los hechos que en nuestro país marcaron un antes y un después y constituyen, desde nuestro punto de vista, una base fundamental desde donde debemos continuar y profundizar las transformaciones necesarias para lograr ampliar la democracia distribuyendo cada vez mejor los frutos del trabajo de la población en su conjunto.
Es ingenuo o malintencionado afirmar que semejante proceso de cambios pueda tener lugar exento de conflictos. Por supuesto que quienes ostentaban privilegios se resisten a perderlos. Es evidente que las corporaciones son incompatibles con la democracia y atentan contra la voluntad y los intereses populares. Queda claro que los monopolios provocan concentraciones hegemónicas en las diferentes actividades productivas que dejan indefensa a la ciudadanía frente al interés exclusivo del incremento de la tasa de ganancia y que los límites que impone el Estado no son recibidos con aquiescencia por sus representantes. En definitiva, no podemos esperar el acuerdo de la totalidad de los actores socio-económicos en todas las políticas que se impulsan desde el gobierno. Lo que sí debemos asegurar es que los valores y las instituciones democráticas sean el espacio y el límite de la acción política para los diferentes sectores que pugnan por sus intereses, y que al mismo tiempo reconozcan la autoridad del Estado y el gobierno popular en la construcción de la patria de todos y todas.
En Chubut, Cristina Fernández de Kirchner obtuvo en las últimas elecciones presidenciales el 60% de los votos. Ese resultado demuestra claramente la alta expectativa que existe en la provincia ante la posibilidad de aplicar las políticas públicas que constituyen la identidad del modelo nacional y popular aquí, en este territorio que tiene particularidades complejas en cuanto a su geografía, recursos naturales, factores productivos, interculturalidad, y una gran necesidad, todavía pendiente, de construir con la activa participación del pueblo, un proyecto de crecimiento y desarrollo inclusivo que genere oportunidades a los/as jóvenes, que reconozca el trabajo de los productores, que integre las actividades económicas, que mejore la comunicación y el acceso de las diferentes regiones, que respete el ambiente y el hábitat, e impulse políticas socio-sanitarias integrales como condición indispensable para brindarle a la generación actual y a las futuras un lugar donde vivir y crecer con salud, que piense a la educación como factor de democratización del saber y multiplicación de las potencialidades colectivas, en definitiva, un proyecto político que nos permita alcanzar una provincia con justicia, equidad, calidad de vida y oportunidades para todos y todas.
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